Algo más en torno al tema de la belleza

 

“atrapar la belleza que todavía no llegó a este mundo…”

James Joyce

Continuando con lo abordado en el libro “Estrategias de Articulación Urbana” de la editorial Nobuko de Buenos Aires, en “El derecho a la belleza”, voy a realizar una complementación en relación a este tema.

Esa potencia lógica ordenadora de que habla Lacan es lo que podemos asociar al act proyectual, que incluye siempre la pulsión estética, transcendiendo lo meramente funcional en la dirección de lo expresivo.

Como todos los aquitectos saben, en su tratado llamado “De Architectura” del siglo I aC, Vitruvius vinculaba la Venustas a la Firmitas y la Utilitas.

La Firmitas referida a la estabilidad, a la firmeza, a lo bien apoyado; la Utilitas referida a la comodidad, a la utilidad, a la función, y la Venustas relacionada a la apreciación estética, a la belleza en su sentido clásico.

Es solamente a partir del S. XVIII que será instaurada la separación, fundada en principios, entre la esfera de la estética, y de las de la teorética y de la ética.

De una manera general, después del arte-para-los-dioses, del arte-para-los-príncipes y del arte-por-el-arte, vivimos ahora el tiempo del arte-para-el-mercado, con sus estrategias de un capitalismo transestético, donde por ejemplo en el aspecto urbano, el centro de las ciudades y algunos barrios y sectores de la ciudad como las áreas portuarias, son figurinizados y escenografiados teniendo en vista el consumo turístico.

Al mismo tiempo las arquitecturas de imagen hacen suceso hoy, valiendo por sí mismas, por su atractividad y su dimensión de espectáculo, funcionando como factores promocionales en los mercados competitivos del turismo cultural.

El consumo en tanto que componente estético adquirió tal relevancia, que constituye inclusive un vector importante para la afirmación identitária de los individuos (globalización de la sensibilidad, con la televisión creando mercados gigantescos), incluido en el consumo hiperindividualista inducido por el neoliberalismo. Con la pandemia, nos acostumbramos inclusive a “consumir” arte a la distancia, de manera virtual. Una manera que, si de un lado facilita, del otro empobrece la experiencia.

Actualmente arte y mercado están hibridados y el arte ya no tiene el afán cuestionador que tenía en otros momentos de la historia, y ya no pretende tampoco transformar la humanidad.

Estas reflexiones se enmarcan en el cuadro de la apropiación del arte por el mercado en el ámbito una estetización general del mundo y de la vida promovida por el infocapitalismo, que utiliza de manera extendida las dimensiones estético-imaginario-emocionales con el objetivo de aumentar los lucros y la conquista de mercados de “consumidores”, quedando caracterizado lo que Lipovetsky y Serroy llaman de “capitalismo artista”. Esto es, arte y estética sumisos al mercado.

Tradicionalmente la belleza estaba asociada con simetría, armonía, orden, proporción, permanencia, linealidad, perfección, completitud, simplicidad; con lo “bien compuesto”; con estabilidad, equilibrio, con lo articulado.

Contemporáneamente la asociamos con asimetrías, armonías complejas (“elogio de la desarmonía”), imperfección, desorden (u orden complejo),incompletitud, complejidad, no-linealidad, desequilibrio, tensión; con lo inestable, contradictorio, desarticulado, aleatorio, al acaso, serendipity

Cuando pensamos en la belleza, también pensamos en la intervención feliz del azar, en la marcha libre de las ideas, en la iluminación que nace del desliz de la imaginación que subvierte las soluciones fáciles, que se arriesga y, en medio del camino, converge hacia el inesperado final feliz, aunque, la mayoría de las veces, diferente de lo planeado. La agilidad del pensamiento también puede ser un motor fundamental, siempre que se dé libre acceso al irresistible flujo del azar. Arriesgar ... más, pero hay que facilitar la entrada del azar. Valga la paradoja, no sucede "por casualidad". ...

Los arquitectos representamos el acceso a la belleza, junto con el derecho a la ciudad y a la urbanidad, especialmente para aquellos que no pueden contratar un arquitecto, la gente de las favelas por ejemplo.

En arquitectura, se trata de contribuir para crear un entorno que no sea meramente utilitario o racional, sino también completo en su belleza.

“Cuando una forma crea belleza, se vuelve funcional y, por lo tanto, fundamental para la arquitectura”, dijo Oscar Niemeyer.

El pensamiento estético implica consistencia visual y consistencia intelectual.

El pensamiento debe ser estético. La pulsión estética debe formar parte desde el primer momento, desde el primer movimiento del pensamiento del proyecto; desde el primer impulso para la construcción de las ideas proyectuales. Esto implica considerar simultáneamente la escucha y el procesamiento de las demandas, el cruce con las restricciones de todo tipo que actúan en cada circunstancia, y realizar la lectura de las posibilidades derivadas de la interpretación de la estructura del lugar, tanto en sus potencialidades como en sus limitaciones, fuera de cualquier hábito del pensamiento.

Hoy, en un mundo cada vez más mediatizado digitalmente y sometido al bombardeo constante de imágenes, la estetización generalizada que domina la producción y el consumo implica una “anesteciación” de la percepción. Actualmente, la producción artística en todos los dominios, incluida la arquitectura, quiere principalmente agradar, seducir.

Pero la experiencia estética no tiene como objetivo complacer, sino conmover.

El mundo “interconectado” está permanentemente mirándose a sí mismo; “selfies”… donde las imágenes digitales tienen más que ver con contagio.

Lo bello va mucho más allá de la complacencia; se articula con lo ético.

Ver, diferentemente de mirar, implica experimentar. Es una experiencia que envuelve lo material, lo corporal y lo inconsciente. Los afectos… el poder de recibir, la capacidad de ser afectado.

La fruición estética es un acontecimiento que presupone tiempo, distancia, contemplación.

La belleza tiende hacia un encuentro del gusto con la razón.