Miscelâneas
La Dispersión

 

P213p PASSARO, Andrés Martín
LA DISPERSION. Concepto
Sintaxis y Narrativa Em la
arquitectura de finales Del siglo XX /

Andrés Martín Passaro. -- Barcelona:
s.n., 2004.
1v. : il.

Tesis (Doctorado) – Etsa de
Barcelona UPC, 2004

1. Teoria da arquitetura - Teses
I. Título

ISBN: 84-689-1967-5.

DL: B-28694-2005.

CDU 72.01

AGRADECIMIENTOS. A mi Director de Tesis, Josep
María Montaner por su profesionalidad y por sus orientaciones.
A la Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior ( CAPES )
por la beca concedida para este fin.
A Diana Turco, que me permitió el acceso al archivo de la Leo Castelli Gallery de
Nueva York.
A Jorge Mario Jáuregui, por abrir su obra y acervo.
A Ignasi de Solá-Morales†, por las luces.
A Ana María, Mirú, Seba y Enrique, por las correcciones.
A Laís a Paula y a Gigi.

005
“La dispersión no es objeto ni es discurso acerca de
ningún objeto. Es dispersión de objeto y de discurso:
multiplicidad jamás reunida, DIÁSPORA”*

*TRÍAS, Eugenio. La Dispersión. Barcelona: Destino, 1991, p 75.

la dispersión. premisas de proyectos del determinismo conceptual
la dicotomía de la arquitectura
arquitectura de representación y arquitectura de determinación 020
cuestiones metodológicas 026
método innovativo
método normativo
método tipológico
método mimético
oposiciones radicales 030
deriva estructural 032
representación 038
determinación formal 042
determinismo sensorial 042
determinismo intelectual 049
del concepto a la sintaxis
la búsqueda de una arquitectura conceptual 055
“notes on conceptual architecture” 059
el mecanismo conceptual 062
estructuralismo y sistema de representación 073
arquitectura, lingüística y estructuralismo
de la sintaxis al texto 088
arquitectura y la llamada a lo textual 091
exodus 095
cannaregio 108
museo judío de berlín 119
“la casa de asterión.” 129
la destrucción de la caja. de la trama al fragmento

el fin del clásico 145
del fragmento a la dispersión

propuestas de dispersión 172
rio de janeiro, orden y dispersión 180
los intersticios y la favela 182
el go, la favela y la máquina de guerra 186
últimos fragmentos de la dispersión

“El ajedrez es un juego de Estado, o de corte, el emperador de China lo practicaba. Las piezas de ajedrez están codificadas, tienen una naturaleza interna o
propiedades intrínsecas, de las que derivan sus movimientos, sus posiciones, sus enfrentamientos. Están cualificadas, el caballo siempre es un caballo, el alfil un
alfil, el peón un peón. Cada una es como un sujeto de enunciado, dotado de poder relativo; y esos poderes relativos se combinan en un sujeto de enunciación, el
propio jugador de ajedrez o la forma de interioridad del juego. Los peones del go por el contrario son bolas, fichas simples, unidades aritméticas, cuya única función es anónima, colectiva o de tercera persona: “EL” avanza, puede ser un hombre, una mujer, una pulga, un elefante. Los peones del go son los elementos de un agenciamiento maquínico no subjetivado, sin propiedades intrínsecas, sino únicamente situación. También las relaciones son muy diferentes en los dos
casos. En su medio de interioridad, las piezas de ajedrez mantienen relaciones biunívocas entre sí, y con las del adversario: sus funciones son estructurales. Un
peón del go, por el contrario, sólo tiene un medio de exterioridad, o relaciones extrínsecas con nebulosas, constelaciones, según las cuales se desempeña
funciones de inserción o de situación, como bordear rodear romper. Un sólo peón del go puede aniquilar sincrónicamente toda una constelación, mientras que una
pieza de ajedrez no puede hacerlo (o sólo puede hacerlo diacrónicamente). El ajedrez es claramente una guerra, pero una guerra institucionalizada, regulada,
codificada, con un frente una retaguardia, batallas. Lo propio del go, por el contrario, es una guerra sin línea de combate, sin enfrentamiento y retaguardia, en
último extremo sin batalla: pura estrategia, mientras que el ajedrez es una semiología. Por último no se trata del mismo espacio: en el caso del ajedrez, se
trata de distribuir un espacio cerrado, así pues, de ir de un punto a otro, de ocupar un máximo de casillas con un mínimo de piezas. En el go se trata de distribuirse en un espacio abierto, de ocupar el espacio, de conservar la posibilidad de surgir en cualquier punto: el movimiento ya no va de un punto a otro, sino que deviene perpetuo sin meta ni destino, sin salida ni llegada. Espacio liso del go frente a espacio estriado del ajedrez. Nomos del go frente a Estado del ajedrez, nomos
frente a la polis. Pues el ajedrez codifica y decodifica el espacio, mientras que el go procede de otra forma lo territorializa y lo desterritorializa (convertir el exterior en un territorio en el espacio, consolidar ese territorio mediante la construcción de un segundo territorio adyacente, desterritorializar al enemigo mediante ruptura interna de su territorio, desterritorializarse uno mismo renunciando, yendo a otra parte...) Otra justicia, otro movimiento, otro espacio-tiempo.”*

*DELEUZE, Gilles; GUATTARI Felix. Op. cit. p 360.

“Nada ni nadie dispersa la dispersión ni se dispersa en ella. Carece de un 'desde' o de
un 'hacia' desde o hacia el cual dispersarse. Es, pues, acción intransitiva, fuerza pura.”57

“Lo que hoy necesitamos es un pensamiento nómada, en el que no se de ya una
supuesta unidad de lo real, sino más bien se muestre su anarquía, su dispersión y su
diferencia, del mismo modo que una tribu nómada se dispersa en su territorio sin
distribuirlo entre sus componentes. No hay principio supremo, ni fundamento último o
instancia ante la que apelar para decidir la esencia de las cosas.” 58


57 - TRÍAS, Eugenio. Op. cit. p 16.
58 - BOLIVAR BOTIA, Antonio. Op. cit. p 161.

RIO DE JANEIRO ORDEN Y DISPERSIÓN. Las últimas interven ciones realizadas en la ciudad de Rio de Janeiro están fundamentadas directamente en el ejemplo de transformaciones urbanas ocurridos en Barcelona. El arquitecto Luiz Paulo Conde responsable por la conducción del proceso carioca, siempre demostró gran
admiración por su colega catalán Oriol Bohigas, su dominio sobre el diseño urbano y su discurso sobre la ciudad. La gestión de Conde como Secretario de
Urbanismo de la ciudad de Rio de Janeiro de 1993 a 1996 y como Alcalde de 1997 a 2000 se transformó en el punto decisivo para realizar la experiencia barcelonesa en Rio.

En cierta manera las intervenciones de “Rio Cidade”, como fue llamado uno de los

“Algunas favelas tienen nombres de árboles,
como la Mangueira ('mango'), y el propio término
favela viene del nombre de un arbusto, (...). Las
favelas se desarrollan más como la hierba que
brota en los terrenos baldíos, los abrigos de las
favelas ocupan un terreno vacío de la misma
forma que la hierba nace discretamente en las
márgenes y luego acaba ocupándolo todo (...)”.*

*Paola Berenstein Jacques. Estética da Ginga p105 (T.d.a.).

programas, parten de presupuestos similares a los utilizados en Barcelona, destacándose como eje principal la recuperación de la ciudad existente como la idea central. La estrategia adoptada se orientó hacia la recuperación y calificación de los espacios públicos existentes, al mismo tiempo en que eran reconstituidas las principales arterias de circulación de cada barrio a través del redimensionamiento de calzadas, mejoras de señalización y uniformización del mobiliario urbano. Claramente inspirada en la idea de la “metástasis positiva” estas intervenciones puntuales funcionarían como un paso inicial, aunque de impacto, para revitalizar importantes áreas urbanas y principalmente para que los habitantes recuperasen el aprecio por su ciudad.

Otro mecanismo similar al ejemplo catalán fue la manera de abordar el proyecto. También en Rio de Janeiro no se buscó un modelo único y aplicable a gran escala en todos los barrios y sí se intentó buscar respuestas puntuales a cada lugar determinado de acuerdo con sus características y necesidades específicas. Para este fin se convocaron concursos de proyectos para cada barrio y los equipos, encabezados por arquitectos, deberían necesariamente contar con paisajista, diseñador e ingeniero de tráfico. Lo que demuestra una intención loable de promover una discusión interdisciplinar sobre los problemas de la ciudad.

En comparación con la “rehabilitación urbana” de Barcelona el programa Rio Cidade constituyó un intento a pequeña escala y en un nivel experimental de ordenación urbana de los espacios públicos de la ciudad que estaban

urbanamente deteriorados, desordenados y aplastados por el intenso y caótico tráfico urbano. Tampoco puede olvidarse la intención de recuperar la marca de imagen turística de 'ciudad maravillosa'

Otra iniciativa aplicada en esta fase fueron los Programas de Estructuración Urbana (PEU) que podrían ser equiparados a los planos sectoriales de Barcelona.

“...urbanizar favelas implica, (...), forzar el caos hasta convertirlo en forma” 59

59 - JÁUREGUI, Jorge Mario. http://www.jauregui.arq.br/etica_estetica.html

LOS INTERSTICIOS Y LA FAVELA. El caso es que los problemas urbanos en América Latina difieren enormemente de los europeos. Se puede hablar cómodamente de revitalización urbana en un marco de crecimiento demográfico estable y con este factor controlado se puede pensar en planeamiento. Desde el marco latinoamericano con crecimientos demográficos altísimos existe también el problema del crecimiento descontrolado. Los barrios de chabolas que nacen de un día para otro van eternizando una situación de efímera precariedad permanente.

“El espacio liso y el espacio estriado, -el espacio nómada y el espacio sedentario, -el
espacio en que se desarrolla la máquina de guerra y el espacio instaurado por el
espacio del Estado, no son de la misma naturaleza.”60

Conde desde la alcaldía idea el programa Favela-Bairro por el cual innumerables

favelas de la ciudad pasan a ser tratadas bajo la óptica de “trecho urbano” ya consolidado. Dada la complejidad de los sistemas de favelas las intervenciones
son muy puntuales y de pequeño porte, pero es una iniciativa única para este tipo de lugares.

Una condición margen o marginal, pero que curiosamente dada la topografía de Rio de Janeiro no se trata de una condición ya periférica, sino de centro. La
mayoría de las favelas están situadas en los cerros y estos se encuentran en el medio de la ciudad. No cabe desde aquí problematizar el programa Favela-Barrio
y sí destacar algunas intervenciones puntuales que se realizaron dentro de este programa.

La principal cuestión para resolver es la de conciliar la ciudad del plano, la ciudad regulada, la ciudad racional y pensada, con estas estructuras efímeras dada su
precariedad, aunque permanentes dada su condición irreversible, caótica desordenada e inestable y a pocos pasos de “lo informe”. Encontramos en algunas intervenciones en favelas una afinada aplicación de los modos dispersos y fragmentarios del pensamiento postestructuralista, no ya en el sentido de impresionar al hombre contemplativo o de proponer el desorden de las cosas y sí en el de dar soluciones para “lugares” y territorios ya desordenados, dispersos, rizomáticos, laberínticos marginales y principalmente miserables y decadentes.

60DELEUZE, Gilles; GUATTARI Felix. Op. cit. p 483.

Si la filosofía estructuralista se proponía anteriormente como instrumento de análisis, la postestructuralista fue utilizada ya como operativa en los procesos proyectuales, principalmente en los proyectos que incorporan el territorio de lo urbano para sí. Vemos así en la obra del arquitecto Jorge Mario Jáuregui la mejor aplicación práctica de estos procedimientos, el proyecto de lo intersticial, palmo a palmo buscando cercar territorio donde no lo hay, lidiar con el desorden, sin jerarquías, sin origen y sin metas, trabajando un espacio laberíntico “sin externo muro y sin secreto centro” y dentro del propio concepto del laberinto. Aplicar el caos donde hay caos, atacar el caos con sus propios procedimientos y herramientas. Jauregui ecuaciona perfectamente lo colocado por Guattari

“...debemos recordar que los dos espacios sólo existen de hecho gracias a las
combinaciones entre ambos: el espacio liso no cesa de ser traducido, transvasado a un
espacio estriado y el espacio estriado es constantemente restituido, devuelto a un
espacio liso. En un caso, se organiza incluso el desierto; en el otro, el desierto triunfa y
crece; y las dos cosas a la vez.”61

Como organismo vivo, la favela proliferó por el territorio apropiándose de áreas libres y zonas consideradas de riesgo en un proceso movido por la necesidad
inmediata del abrigo. Sus construcciones son precarias, erguidas por el propio habitante con los más diversificados materiales, en su mayoría desechables y que
poco a poco van siendo substituidos por otros más duraderos. No existe proyecto previo ni restricciones formales, apenas inagotable perfomance sobre la
necesidad de aumentar y consolidar la chabola. El carácter provisorio de abrigo es

61IBID p 484.

el aspecto más singular de estas construcciones. Una realidad en continuo movimiento donde la aleatoriedad de los procesos de transformación impide el “calco” definitivo. La instantaneidad es el retrato más fiel que se puede tener de esta comunidad, y esta instantaneidad es la que nos hace entrar en ese estado
laberíntico.

El caos, la fragmentación, el rizoma, liso-estriado-liso, la máquina de guerra son términos pertinentes para acercarse a esta realidad singular, dada la
imprevisibilidad de sus cambios, la inestabilidad de sus flujos y la no-linealidad de sus relaciones internas. El resultado más inmediato es un complejo enmarañado de formas y texturas de distintas procedencias. Como organismo urbano, el “nomadismo, la máquina de guerra” establece los vectores de las transformaciones y su configuración espacial marcadamente laberíntica. El aparato del Estado se resume a una trama conectora que simplemente “sucede” en los intersticios de los espacios privados, en las innumerables callejuelas y pasajes, y en los espacios residuales que aún no han sido apropiados por la ampliación de las construcciones privadas.

Una experiencia que dejaría sin respiración a muchos arquitectos aliados al pensamiento de la dispersión. Pensar la dispersión desde el propio lugar disperso. Esto va en contra lo que proponía Eisenman en otro texto provocativo en el cual nos introduce a la noción del pliegue62 donde colocaba que en un mundo marcado
de lugares lo ideal era frisar la Atopía, el no-lugar. La favela ya se consolida como

62EISENMAN, Peter. “Visions Unfolding”. Domus, nº 734, 01, 1992, p 19-24.


Jorge Mario Jáuregui, Favela Fubá Campinho, POUSO
"Posto de Orientação Urbanístico e Social", en edifício que fue reciclado

una anti-utopia, un no-lugar una atopía. Entonces el mecanismo de trabajar en contra-flujo como propone Eisenman deja de tener sentido. Hay procesos de rizoma y de territorialización del espacio liso partiendo desde un espacio estriado en los jardines botánicos de Ferrater, el mismo mecanismo es utilizado por Miralles y Pinós en el cementerio de Igualada, también FOA elabora un proceso similar en Japón y en Barcelona, algunos de ellos utilizando el mecanismo de fractales.

El caso es que territorializar naturaleza o “terrain vagues”63 es un ejercicio de simulación de dispersión en territorios dimensionados y controlados por el Estado. La favela es por definición el territorio del descontrol, es la propia máquina de guerra donde se produce la nomadología, y que dejó hace mucho tiempo de estar en manos del aparato del estado. Hay favelas de más de 200.000 habitantes donde no hay un sólo equipamiento público. Se trata aquí del nomos del que nos hablan Deleuze y Guattari. Un territorio que se va territorializando y desterritorializando, ganando los intersticios entre la naturaleza y la ciudad formal. Estamos hablando de aquel territorio desprestigiado fuera de la ley, por encima de la cota 40 (no edificandi por el código de obras) y donde se asienta 1/3 de la
población marginal de la ciudad de Río de Janeiro.

La noción de caos aflora constantemente en las ciudades latinoamericanas, africanas y asiáticas. Son escenografías de la cotidianeidad. Son los espacios reales pero indecibles. El “largo” brasileño, un espacio intersticial un “entre”,

63El concepto de Terrain Vague al que hacemos referencia es al definido por Ignasi de Solà-Morales en el texto
“Presente y futuros. La arquitectura en las ciudades”. In: Presente y futuros. La arquitectura en las
ciudades. Barcelona: COAC / CCCB / Actar, 1996, p 10-23.


Jorge Mario Jáuregui. Favela Morro dos Macacos. Fragmento

“En la favela-laberinto, el mito como la propia
favela se rehace constantemente. Jóvenes
inocentes son sacrificados como Minotauros, y
Teseos, y Ariadnas-favelados continúan
tejiendo su gran red colectiva, que se transforma
perpetuamente, sin la ayuda de Dedalosarquitectos,
tornando casi imposible el diseño
del mapa definitivo, que fije en el tiempo, un
proceso espacial inacabado y abierto, de un
laberinto no proyectado.”*

*Paola Berenstein Jacques. Estética da Ginga p66 (T.d.a.).

herencia del barroco, en definitiva lo que resta entre el espacio construido y el espacio público. El “largo” una plaza que no llegó al SER, una calle y sus calzadas que se extrapolan en sus formas y dejan un espacio innombrable o sólo reconocido como “largo” como lo que sobró de este “entre”; la favela posee el mismo intersticio las callejuelas con sus “becos” espacios de nadie, espacio “entre” territorios, como apuntan Deleuze y Guattari en 1000 mesetas un lugar de nadie donde crece la hierba, aquello que sobra, el territorio que debe ser territorializado.

EL GO LA FAVELA Y LA MÁQUINA DE GUERRA. Jorge Jáuregui, vencedor del concurso de Morro dos Macacos establece una elaborada sintonía con esta compleja realidad que se presenta. Una favela de tamaño medio - 12.000 habitantes - donde la necesidad de abertura de vías ha demandado la reubicación de 66 familias en un nuevo núcleo residencial. La intervención también ha incluido la creación de un centro de generación de trabajo y renta y de varias plazas, el tratamiento de calles, pasajes, escalinatas y espacios residuales, además de la implantación de tres guarderías y de una lavandería comunitaria.

La primera fase del proyecto aquí analizada (el núcleo residencial, una guardería de niños y la lavandería) parte de la necesidad de insertar tres nuevos objetos con

programas y escalas distintas, que están estructurados por una compleja red de fuerzas, buscando centralidades, el refuerzo de vocaciones existentes y la
interrelación con el barrio vecino. Básicamente este es el partido urbanístico que fundamenta la implantación y la concepción formal de la propuesta de Jáuregui. 64

El territorio disponible para estas tres realizaciones se sitúa en la frontera entre la favela y la ciudad formal, un margen incorporado por ambas realidades. Es en este complejo proceso de incorporación recíproca, sector formal (barrio) / sector informal (favela), donde encontramos la síntesis del proyecto en sí y el punto que
diferencia la obra de Jáuregui entre un centenar de intervenciones promovidas por el programa Favela-Barrio.

En esta intervención, el autor identifica y asimila la dispersión que la realidad presenta, ofreciendo, en contrapartida, su propia dispersión. Dispersión que no
prioriza este o aquel programa, y sí su propia capacidad formal y estética de articular, resaltar y dignificar la convivencia y la tradición de esta comunidad. El
claro entendimiento del estado laberíntico, del movimiento y de los flujos naturales de la favela de sus intensidades está en la base de este guión, que puede
entenderse como en tres movimientos fragmentarios del GO, pero que causan dispersión gracias a las líneas de fuga del rizoma favela o del rizoma barrio.

El primer fragmento de esta composición es el núcleo residencial, aquí utilizado

64Cfr. MACHADO, Rodolfo. “The Favela-Bairro Project. Jorge Mario Jáuregui Architects”. Cambridge: Harvard Design School, 2003.

desde su dimensión esencialmente pública, como objeto capaz de articular un espacio urbano de uso colectivo. El programa está dividido en dos bloques de apartamentos, dos piezas que el autor inserta como referencias urbanas. Se crea formalmente un patio comunitario y un camino alternativo hacia el interior de la favela.

El segundo fragmento es la guardería de niños, un objeto que refuerza el trayecto sugerido por los nuevos bloques de apartamentos y que a su vez es reforzado por el propio uso. Se establece así un “punto de poso” entre la favela y la ciudad formal, entre el local de residencia y el del trabajo de muchas madres que dejan allí a sus hijos.

El tercer fragmento, la lavandería, está insertado al pie de una gran escalinata, única vía de acceso de los millares de moradores a la parte alta de la favela. Un
objeto que incentiva una mayor convivencia en un mero lugar de paso, en una de las pocas calles que disfrutaba de los beneficios de las instalaciones regulares de
agua, saneamiento y limpieza urbana.

De los movimientos y flujos Jáuregui parte hacia el objeto en sí. Se trata de una sutil operación de formalizar lo informal, proyectando edificios y espacios que
propicien el encuentro y el acceso a la ciudadanía, imprimiendo el valor de permanencia a una realidad fugaz y en continua transformación.

Hablar de permanencias nos remite al discurso de Aldo Rossi sobre la conceptualización de los monumentos y elementos primarios de la ciudad. Como valor trascendente, la permanencia se encuentra en las favelas en sus manifestaciones culturales, como la música, o la danza, pero como expresión
formal esta no podría ser contemplada por la lente rossiana ya que el espacio de morada no constituye el eje de su discurso. Por otro lado, permanecen las
prácticas y los encuentros cotidianos así como el propio espacio de habitación, como síntesis de un modo de vivir en comunidad.

La inserción del núcleo residencial del conjunto Morro dos Macacos establece un marco central de referencia que, de cierta manera, expande la realidad huidiza de
esta favela, y como en el juego del go invade parte del territorio formal, ocasionando un atari. Jáuregui propone así un entendimiento más tolerante para
el término “monumento”, tratándolo como elemento urbano/arquitectónico aunque de carácter privado - que consagra formalmente la vida pública.

El programa residencial está dividido en dos bloques lineales idénticos implantados oblicuamente entre sí. Entre estos se crea formalmente un itinerario alternativo, dinámico y privilegiado para sus habitantes, además de un generoso espacio de convivencia que contiene una pequeña plaza. Para llegar a este espacio, los habitantes son convidados a seguir su ya acostumbrado “olfato laberíntico”. Subiendo la calle principal de acceso al barrio, se entra en un estrecho pasadizo que al final se bifurca para entrar al conjunto. Jáuregui nos sitúa

en el vértice más cerrado de un prisma triangular, que gentilmente se abre para encuadrar la favela al fondo. La regularidad de los bloques es atenuada por esta
implantación geométrica irregular, recordándonos que estamos en atari entre la ciudad proyectada y la informalidad de la favela. El coronamiento de las fachadas
por sólidos intercalados, recurso utilizado para alojar los depósitos de agua individuales, ofrece un perfil discontinuo, aunque tipificado, que en sus varios ángulos y sombras retoma la fisonomía multifacética del lugar. En una visión a distancia, el congestionamiento de la mirada es atenuado por esta silueta rápidamente identificable en el contexto.

La realidad de esta favela se incorpora también al proyecto por la propia configuración de los apartamentos, todos duplex accesibles individualmente por la planta baja, o en conjunto por las circulaciones abiertas que llevan al pavimento superior. El autor preserva y exalta la dimensión pública de estas comunidades, que tienen en el trayecto y en sus intersticios el mayor lugar de encuentro y en laproximidad de las construcciones la certeza de estar viviendo en colectividad. La
inserción de bancos y jardineras en todos los apartamentos de planta baja refuerza esta idea y realiza una pausada intermediación entre la esfera pública y privada.

Comparada con los bloques residenciales, la guardería presenta un resultado de menor recurso estético. La irregularidad formal y compositiva parece diluirse más fácilmente en el conjunto de la favela, ya que el principio convencional de orden

“Cada calle que aparece puede ser una callejuela
sin salida, pero cuando se trata de favela cerro,
(...) es más fácil salir que entrar, ya que para salir,
es necesario bajar siempre bajar, y así las salidas
se hacen más evidentes. Es preciso, entonces,
seguir los limites de la ciudad formal, al entrar en
la ciudad planeada se sale de la favela. Subir es
mucho más difícil. Un extraño tiene que estar
acompañado de un hilo de Ariadna-favelado que
le muestre el camino que lo lleva al alto, evitando
sobretodo los escondrijos de los minotaurostraficantes.”*

*Paola Berenstein Jacques. Estética da Ginga p66 (T.d.a.).

solamente parece ser entendido cuando se contrasta con el caos. Tratándose de una instalación exclusivamente de uso comunitario, su papel como fragmento articulador de la esfera pública se ve naturalmente privilegiado por su propia función, liberando la concepción formal para una lectura más contextual.

La lavandería, a su vez, se inserta en la esquina de dos importantes accesos al interior del Morro dos Macacos. Una intervención en menor escala y dentro de un camino ya consolidado, resultó en un objeto que manifiesta su presencia en las formas y volúmenes irregulares tratados con fuerte contraste cromático. Como queriendo resaltar la novedad dentro del trayecto cotidiano y poco atrayente, Jáuregui ofrece un retrato utópico de como podrían ser las construcciones de esta favela, en caso de que algún día pudiesen ser finalizadas.

Debe observarse en estas obras, un formalismo nada convencional o gratuito que es modelado a partir del campo de tensiones en que cada objeto está insertado.
No vemos en las formas de Jáuregui recursos figurativos fáciles o cualquier referencia literal a la realidad de la favela. Se trata de un sutil mecanismo, de crear relaciones dialécticas que respondan a situaciones puntuales, dentro de un universo complejo.

En una mirada comparativa percibimos, en estas nuevas construcciones, que la osadía en el trato cromático es inversamente proporcional a la escala de los

objetos proyectados y a la regularidad formal propuesta. Cuanto más contrasta el edificio formalmente en el conjunto de la favela, más discreto es en sus colores. Lo que unifica estos distintos objetos, es la predominancia de superficies monocromáticas en la totalidad de la composición. Una sensación de conclusión, permanencia y deber cumplido bastante deseada, aunque difícilmente lograda por la mayoría de los habitantes de las chabolas.

Pensado a partir de la inserción de fragmentos y sobre los principios rizomaticos el proyecto de Jáuregui debe ser admirado a través de una lente distante, pues la mayor riqueza de su propuesta no se encuentra en la escala de los detalles constructivos, ni tampoco en la excelencia de los materiales. Para dialogar con el caos y el conflicto que impera en esta comunidad, Jáuregui adopta actitudes criteriosas derivadas de una atenta lectura de la estructura física y social del lugar. Como resultado, obtenemos edificios y espacios comunitarios que imprimen trazos particulares de orden de referencia urbana, pero que aún lidian con el caos límite de la favela, es una línea de fuga, tal vez para la conquista mayor de los terrain vague de la ciudad del plano, soluciones formales de gran originalidad, y una estrecha “complicidad” con la realidad existente. Arquitecturas cuidadosas que despiertan algo de orgullo ciudadano para esta parcela de la población constantemente excluida.

Jáuregui realiza el desafío de trabajar estos espacios de lo intersticial, planteando estructuras rizomáticas. Plantear el caos y la dispersión desde dentro del mismo caos y dispersión. Se trata de buscar intensidades.