La belleza
(retomando el texto “El derecho a la belleza”)

“Si este edificio nos solicita es pues porque, por metafórico que sea, él está bien hecho para recordarnos lo que diferencia la arquitectura del edificio: sea una potencia lógica que ordena (la arquitectura) más allá do lo que el edificio suporta de posible utilización, y salvo que se reduzca a una cabaña, no puede prescindir de este orden que lo emparienta al discurso. Esta lógica no se armoniza con la eficacia sino para dominarla y su discordia no es, en el arte de la construcción, un hecho solamente eventual”

Jacques Lacan

Continuando con lo ya abordado en el libro “Estrategias de Articulación Urbana” de la editorial Nobuko de Buenos Aires, en “El derecho a la belleza”, voy a realizar una complementación en relación al tema de la belleza.

Esa potencia lógica ordenadora de que habla Lacan es lo que podemos asociar al acto proyectual, que incluye siempre la pulsión estética, transcendiendo lo meramente funcional en la dirección de lo expresivo.

Como todos saben, en su tratado llamado “De Architectura”, del siglo I aC, Vitruvius vinculaba la Venustas a la Firmitas y a la Utilitas.

La Firmitas referida a la estabilidad, a la firmeza, a lo bien estructurado; la Utilitas referida a la comodidad, a la utilidad, a la función, y la Venustas relacionada a la apreciación estética, a la belleza en su sentido clásico.

Es solamente en el S XVIII que será instaurada la separación, fundada en principios, entre la esfera de la estética y las de la teorética y de la ética.

De una manera general, después del arte-para-los-dioses, del arte-para-los-príncipes y del arte-por-el-arte, vivimos ahora el tiempo del arte-para-el mercado, con sus estrategias de un capitalismo transestético, donde por ejemplo en el lano de lo urbano, el centro de las ciudades y algunos barrios y sectores de la ciudad son figurinizados y escenografiados teniendo en vista el consumo turístico.

Al mismo tiempo las arquitecturas de imagen hacen suceso hoy, valiendo por sí mismas, por su atractividad y su dimensión de espectáculo, funcionando como factores promocionales en los mercados competitivos del turismo cultural.

Y el consumo en tanto que componente estético adquirió tal relevancia en nuestra época que constituye inclusive un vector importante para la afirmación identitária de los individuos, incluído en el consumo hiperindividualista inducido por el neoliberalismo.

Hoy arte y mercado están hibridados y el arte ya no tiene el afán cuestionador que tenía en otros momentos de la historia y ya no pretende tampoco transformar la humanidad.

Tradicionalmente, la belleza en el campo de la arquitectura,estaba asociada con simetría, armonía, orden, proporción, permanencia, linealidad, perfección, completitud, simplicidad; con lo “bien compuesto”; con estabilidad, equilibrio; lo articulado…

Contemporáneamente, la asociamos con asimetrías, armonías complejas (“elogio de la desarmonía”), imperfección, desorden (u orden complejo), incompletitud, complejidad, no-linealidad, desequilibrio, tensión; con lo inestable, contradictorio, desarticulado, aleatorio … al acaso… “serendipity” …

Hoy, cuando pensamos en la belleza, también pensamos en el uso feliz del azar; en la marcha libre de las ideas, en la iluminación que proviene del deslizamiento de la imaginación que subvierte las soluciones fáciles, que toma riesgos y, en medio del camino, converge para el inesperado final feliz, aunque, la mayoría de las veces, distinto de lo que se planeaba (never look away).

La agilidad del pensamiento también puede ser un impulsor fundamental, siempre y cuando se dé libre acceso al flujo irresistible del azar. Arriesgar... más ... debemos “facilitar” la entrada del azar, es decir, el azar debe ser propiciado, no sucede por sí solo. Valga la paradoja: no sucede "por casualidad".

En la arquitectura, se trata siempre de la creación de un espacio que no sea simplemente utilitario o racional, sino que también completo en su belleza.

Pensamiento estético implica consistencia visual y consistencia intelectual.

Debemos ser capaces de concebir y establecer una idea que sirva de ley y de razón para los proyectos y las creaciones deben incluir orden, disposición, medida y una relación adecuada del todo con las partes.

El pensamiento debe ser estético. La pulsión estética debe formar parte desde el primer momento, desde el primer movimiento del pensamiento proyectual; desde el primer impulso para la construcción de las hipótesis proyectuales. Esto implica considerar simultáneamente el procesamiento de las demandas, el cruce con las restricciones de todo tipo que actúan en cada circunstancia proyectual, y con la lectura de las posibilidades derivadas de la interpretación de la estructura del lugar, tanto en sus potencialidades como en sus limitaciones, fuera de cualquier "hábito" del pensamiento.

¿Qué es el espacio, para qué sirve? ¿Cuál es el sentido del espacio para un arquitecto?

La filosofía se encuentra entre las disciplinas más instigantes para el pensamiento arquitectónico y urbano contemporáneo. De acuerdo con Deleuze, la ciencia construye funciones, la filosofía construye conceptos y el arte (con el cual se relaciona la arquitectura) “agregados sensibles”. Entre los diversos conceptos que nos interesan particularmente están el concepto de rizoma (fundamental para pensar la complejidad de las megaciudades contemporáneas), el concepto de dobla (esencial para repensar el "cuerpo" y el "espacio" del objeto arquitectónico, articulando este concepto con las posibilidades de manipulación formal que nos ofrece la tecnología digital) y el concepto de multiplicidad, del cual forma parte el principio del rizoma.

En arquitectura es necesario pensar el lugar, haciéndolo. Lo que implica la concomitancia entre el sentido y la aparición.

Se trata del intercambio dentro-fuera y ahí el estilo es una forma de atravesar el vacío y darle forma.

Y la forma (como masa vaciada) es el intento poético de cerrar, mostrando, "ajuntando". La forma es lo que queda cuando todo ha sido quitado; un punto de enigma; entrada y salida al mismo tiempo.

Hoy, en un mundo cada vez más mediatizado digitalmente y sometido al bombardeo constante de imágenes, la estetización generalizada que domina la producción y el consumo implica una “anesteciación” de la percepción. Actualmente, la producción artística en todos los dominios, incluida la arquitectura, quiere principalmente agradar, seducir.

Pero la experiencia estética no tiene como objetivo complacer, sino conmover.

El mundo “interconectado” está permanentemente mirándose a sí mismo; “selfies” …

Lo bello va mucho más allá de la complacencia; se articula con lo ético.

Ver, diferentemente de mirar, implica experimentar. Es una experiencia que envuelve lo material, lo corporal, lo inconsciente. Los “afectos” …

Las imágenes digitales tienen más que ver con contagio.

La fruición estética es un acontecimiento que presupone distancia, contemplación.

La belleza tiende hacia un acuerdo del gusto con la razón y tiene que ver con el concepto, que es quien garante la integridad de un conjunto, de un agregado sensible; la coherencia entre las partes. La belleza implica una “sintonía” entre ellas.

Disfrutar de las cosas bellas tiene que ver con contemplación, que incluye también las ideas; “contemplar las ideas”.

En la belleza acontece una correspondencia entre el evento y el concepto.

En nuestros campos del urbanismo, la arquitectura y el paisaje, la idea de belleza siempre presupuso, y continúa incluyendo, la producción de armonía, aun si se trata de armonías complejas, contradictorias.

Y las estéticas derivadas de eso…

Lo interesante es postergar todo el tiempo la belleza para poder transitar el camino que pueda llevar a algun lado, como algo que no puede llegarse a definir…

Estas reflexiones se enmarcan en el cuadro de la apropiación del arte por el “mercado”, en el ámbito una estetización general del mundo y de la vida promovida por el capitalismo globalizado que utiliza de manera extendida las dimensiones estético-imaginarías-emocionales, con el objetivo de aumentar los lucros y la conquista de mercados de “consumidores”, quedando caracterizado lo que Lipovetsky y Serroy llaman de “capitalismo artista”. Esto es, arte y estética al servicio del mercado, artealizando todas las actividades, tanto económicas como de la vida en su sentido mas amplio.

Es en este contexto donde el estilo, el design y la belleza se imponen imperativamente como estratégicos de las marcas, que hay que actuar críticamente reevaluando, reorientando, resignificando y reimaginando.

Referencias:

  • www.jauregui.arq.br / arquitectura e psicanálise
  • www.jauregui.arq.br / “ética-estética-política”
  • www.jauregui.arq.br / “A casa: encontro de Arquitetura, Poesia e Psicanálise”
  • “La salvación de lo bello”, Byung-Chul Han
  • “A estetização do mundo”, Gilles Lipovetsky y Jean Serroy
  • “Idea: A evolução do Conceito de Belo”, Erwin Panofsky

Jorge Mario Jáuregui